Jardín Botánico Nacional de Cuba, un Paraíso para los Ecologistas

Lago
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Este parque natural de 600 hectáreas de superficie resulta especial para aquellos que disfrutan de la paz de los ambientes ecológicos y el contacto con la naturaleza. Conserva alrededor de unas cuatro mil especies vegetales que se dividen en dos zonas temáticas, la cubana y la mundial.

El área que ocupa el Jardín Botánico se extiende a lo largo de unas 600 hectáreas, divididas en una parte techada con tres pabellones internos y otra al aire libre donde hay un estanque para plantas acuáticas y ornamentales. Dentro del parque las exposiciones se dividen de acuerdo a los tipos de plantas que allí se conservan.

El jardín atesora muestras de la vegetación típica de zonas geográficas como Asia, África, América y las Antillas, Australia y Oceanía; no obstante el más popular es el famoso Jardín Japonés o «Jardín de los Paseos». el cual fue fundado en 1989, gracias a la colaboración de la «Asociación Conmemorativa para la exposición Mundial del Japón» y el apoyo del Embajador de Japón en Cuba se fundó este jardín como un homenaje al 30 aniversario de la Revolución Cubana.

En el Jardín Botánico también podemos encontrar un restaurant ecológico donde todas las ofertas gastronómicas que se brindan son vegetarianas y tratadas naturalmente. Este restaurant es de los pioneros en comida vegetariana en Cuba y una de las ofertas más interesantes del jardín.

No se puede dejar de mencionar que desde su rectoría por la Universidad de la Habana el Jardín Botánico Nacional, constituye uno de los principales espacios científicos para el estudio de la flora cubana. Debido a esto el parque desarrolla una labor múltiple, relacionada a la preservación de la flora cubana, promover la cultura ambiental, la recreación sana y el estudio científico de la vegetación de la isla.

Sin duda alguna es un escenario perfecto para preparar una visita familiar con picnic incluido, donde los niños podrán jugar y correr libremente, podrás disfrutar de la majestuosa sombra de los árboles, o simplemente deleitarse con el verdor de sus campos y la total calma que reina en este peculiar lugar.